Study for a Portrait
La serie Estudios para un Retrato – 2020, desarrollada a través del uso de nuevas técnicas de métricas faciales, constituye una investigación y forma de activismo en el contexto del debate entre los sistemas de seguridad y la privacidad en una sociedad digital.
Un agradecimiento especial al Veronica Choreographic Scanner diseñado por Manuel Franquelo Jr. en el taller de Factum Arte.
La serie Estudios para un retrato, elaborada mediante el uso de las nuevas técnicas de métrica facial, constituye una investigación en el contexto del debate acerca de los sistemas de seguridad y privacidad en la sociedad digital. La extraordinaria relevancia que en las sociedades capitalistas posee la producción, la difusión y el consumo de imágenes se convierte en un arma de doble filo. Si, por un lado, los avances tecnológicos en el campo de la imagen permiten un mayor y más veloz acceso a la información, por el otro posibilitan la aparición de mecanismos que refuerzan las estructuras del control sobre la vida humana.
Cada uno de los retratos individuales que integran este corpus de trabajo desafía y cuestiona, en virtud de la inclusión en el proceso de producción de un acto performativo ⎼como táctica de micro resistencia que da lugar a una ‘fotogrametría fallida’⎼, la eficacia y validez de los sistemas tecnológicos de control y vigilancia del biopoder, así como el sistema de jerarquía de las imágenes en el territorio digital.
Entre los instrumentos empleados para el control y la vigilancia de las personas, la técnica contemporánea de la fotogrametría ocupa un lugar primordial. Esta tecnología, cuyo objetivo radica en estudiar y definir con precisión la forma, dimensiones y posición en el espacio de un objeto cualquiera, se sirve para tal fin de las medidas hechas sobre una o varias fotografías de ese objeto. Como cabría esperar, las aplicaciones de este procedimiento, en principio destinado a documentar, estudiar o preservar objetos, se han expandido para incluir el reconocimiento facial y el análisis antropométrico de los seres humanos en ámbitos como el biológico, el militar o de la seguridad, entre otros.
A lo largo de la historia del arte, la investigación acerca de la representación de la figura humana en el espacio ha constituido uno de los principales desafíos de la disciplina. En este sentido, dicha historia se encuentra condicionada por los avances en las técnicas y estrategias de representación y su uso por parte de los artistas. Acotando el radio de acción al campo de lo fotográfico, pensemos por ejemplo en las cronofotografías de Étienne-Jules Marey y los estudios sobre movimiento de Eadweard Muybridge a finales del siglo XIX, o las ideas de Anton Giulio Bragaglia en torno al fotodinamismo futurista en el contexto de las primeras vanguardias del siglo XX. Llegados al momento actual, el empleo de la fotogrametría ha abierto todo un campo de experimentación para llevar a cabo nuevos planteamientos y aproximaciones, tanto en relación con el problema de la representación de la figura humana y del movimiento como en su dimensión sociológica y política.
En línea con los intereses de las investigaciones anteriores, la serie Estudios para un retrato parte de una experimentación en el ámbito de la representación de la figura humana y su movimiento. De un modo específico, mediante el empleo de la fotogrametría en cuanto tecnología contemporánea y la inducción premeditada del error durante el proceso del retrato, se abren nuevas vías para la experimentación y la reflexión en el ámbito de este género. Desde el punto de vista procesual, las personas retratadas en esta serie ‘posan’ sentadas en el interior de un dispositivo: una esfera equipada con un rail de ocho cámaras, las cuales realizan un total de 96 disparos alrededor del sujeto desde todos los ángulos durante un tiempo de cuatro segundos. Con esta información, el software de fotogrametría genera un modelo en 3D y en alta resolución del retratado.Con este escenario de partida, el detonante de mi investigación específica es la inclusión deliberada del error en el proceso de escaneado como estrategia de confrontación del cuerpo y el individuo frente a su control por parte de la tecnología. Los cuatro segundos durante los cuales la persona es expuesta a la secuencia de disparos son el tiempo durante el cual es posible la emancipación mediante la introducción de movimientos coreografiados.
Frente a la exigencia de quietud requerida por proceso de fotogrametría, el acto performativo, previamente ensayado, provoca que el software no pueda alinear debidamente los puntos de reconocimiento y, con ello, la imposibilidad de construir de manera correcta el escaneado del busto, haciendo así tambalearse todo su sistema de procesamiento del modelo en 3D.
Las implicaciones de este movimiento coreografiado sobre la imagen final son diversas. En primer lugar, el acto performativo se erige como táctica de micro-resistencia frente al control y la identificación del sujeto. El movimiento provoca que las imágenes individuales generadas por cada uno de los disparos sean procesadas por el software de manera errónea. De esta manera, en el retrato final, los rasgos faciales de la persona aparecen distorsionados y fragmentados, dando lugar a una dispersión descontrolada del busto en el espacio.
Con su deconstrucción, la ‘fotogrametría fallida’ obliga al espectador a reconstruir por sí mismo los rasgos de la persona tanto para recomponer su imagen como para intuir el gesto realizado durante el escaneado. Trasladado al ámbito de lo político, cada uno de estos actos performativos responde
al llamamiento que teóricos como Paul B. Preciado, en su caso en el ensayo ‘Aprendiendo del virus’ (2020), han realizado en relación con la necesidad de “inventar nuevas estrategias de emancipación cognitiva y de resistencia” frente a los instrumentos de control del cuerpo.
En segundo lugar, en el contexto de los estudios en torno a la Dromología de Paul Virilio, expuestos por ejemplo en Velocidad y Política (1977), la inclusión del movimiento en el proceso de la fotogrametría implica un acto de rebelión del cuerpo ante un entorno que reconoce como extraño. De acuerdo con Virilio, en el mundo contemporáneo, el cuerpo sufre al hallarse expuesto a lo que el teórico denomina como ‘Estética de la desaparición’, esto es, una desmesurada circulación de imágenes que fluyen a la velocidad de la luz y que su sistema perceptivo es incapaz de asumir y procesar. Lejos de suponer una prolongación natural de la anatomía, los dispositivos tecnológicos constituyen un ataque al propio ser, el cual habita en la actualidad un medio nuevo e inhóspito. En este sentido, de nuevo la realización de un acto performativo en el interior de la esfera, durante los cuatro segundos de exposición los 96 disparos fotográficos, emerge como mecanismo de rebelión individual ante la alteración del hábitat natural.
Por último, en un tercer nivel, la alteración de la imagen de alta resolución en 3D, con una imagen final que dista mucho de ser considerada “de calidad”, implica un cuestionamiento de la escala jerárquica de las imágenes digitales. En ‘In Defense of the Poor Image’ (2009), Hito Steyerl reflexiona acerca de la promesa de calidad del sistema de la imagen en el paisaje capitalista conformado por la televisión, el cine, la publicidad o el diseño, ámbitos en los cuales son las imágenes en alta resolución, en virtud de su capacidad de seducción e inmersión, aquellas que
ostentan el rango más elevado. Frente a estas, las imágenes en baja resolución simbolizan la pobreza, la ignorancia o el fallo amateur, siendo generalmente rechazadas por el circuito hegemónico de la producción y distribución visual. Cada una de las obras que integran la serie Estudios para un retrato constituye un alegato en defensa de la imagen pobre, así como una afrenta a dicho sistema, en la medida en que la inducción al error impide al software la creación de una imagen atractiva. Más aún, la alteración de la imagen final funciona como recurso simbólico cuyo objetivo es deconstruir el retrato con el fin de obligar al uso de la imaginación por parte del espectador y, así, habilitar un nivel de interpretación más complejo que el proporcionado por la literalidad de la imagen perfecta.
En suma, mi investigación con este corpus de trabajo pone en cuestión el empleo por parte de las estructuras de biopoder y biovigilancia de los nuevos dispositivos de control visual y, por extensión, de todos aquellos dispositivos, tal es el caso de cada uno de nuestros dispositivos móviles, que permiten escanear, identificar o geolocalizarnos. En una sociedad tecnodigitalizada, todo cuerpo y todo movimiento se convierte en visible. Frente a ello, el acto performativo durante el posado simboliza la posibilidad de imaginar vías de escape y emancipación. La no-visibilidad implica rebeldía, la no-identificación implica ilegalidad.